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13 de febrero de 2025
Desde el frente: defendiendo la posición, juntos
Blog de Jennifer Levi, Directora Senior de Derechos Queer y Transgénero

En tiempos que resuenan oscuramente con paralelos históricos, me siento obligado a compartir tanto advertencia como esperanza. Hundido en un mullido sillón de la sala de estar, mi bandeja de entrada se desborda de mensajes de personas cuyas vidas están siendo trastocadas por órdenes presidenciales basadas en el rechazo de la existencia de las personas transgénero. Cada mensaje tiene su propio peso: un miembro del servicio cuya cirugía fue suspendida a mitad de los preparativos, con una vía intravenosa ya en el brazo; un padre cuya cita médica de un adolescente ha sido cancelada indefinidamente. Incluso lo que podrían parecer acciones ejecutivas triviales, como una orden Promover el uso de pajitas de plástico – revelan, como observa Sue Donnelly, un esfuerzo calculado para quebrantar el ánimo de la gente. Pero espero –y tengo que creerlo– que estas acciones tendrán el efecto contrario: redoblar la determinación de la gente a resistir. Desde el frente jurídico, puedo decir que el Estado de derecho se mantiene, pero sólo gracias a la vigilancia y el esfuerzo constantes de los defensores en todos los ámbitos.
Ayer marcó otro día en esta lucha crucial. GLBTQ Legal Advocates & Defenders (GLAD Law) presentó nuestra Tercer caso que impugna la orden de Trump Trasladar a mujeres transgénero a prisiones para hombres, una medida que pondría sus vidas en un riesgo astronómicamente alto de violencia y agresión sexual. Mientras nos mantenemos agazapados y preparados para el próximo tackle –como aprendí en mis días de rugby– me alegra informar que la orden de restricción temporal de uno de nuestros casos anteriores sigue protegiendo a las mujeres transgénero que actualmente se encuentran en instalaciones para mujeres, impidiendo su traslado.
Gran parte de mi día lo pasé preparando testigos para una próxima audiencia preliminar de medida cautelar. En nuestro caso desafiando la prohibición del servicio militar para personas transgénero. Estos miembros del servicioLos soldados, que han ganado medallas y los más altos honores, darán testimonio de su compromiso con el servicio y de las formas en que han arriesgado sus vidas por este país, un país que ahora amenaza con despedirlos de sus funciones simplemente por ser transgénero. Cumplen –y con más frecuencia superan– todos los estándares exigidos al personal militar. Sin embargo, se enfrentan a una baja basada únicamente en quiénes son, una violación de la promesa fundamental de nuestra Constitución de que las leyes no pueden basarse en un mero deseo de hacer daño.
La orden ejecutiva que les prohibirá el servicio militar, si se permite que entre en vigor, marca un cambio escalofriante en la estrategia de nuestro gobierno. Si bien las defensas anteriores de las políticas antitransgénero (ya sea sobre el acceso a la atención médica o la discriminación en el lugar de trabajo) se han escondido detrás de diversos pretextos, esta orden elimina esa apariencia. Al etiquetar explícitamente a los miembros transgénero del servicio militar como deshonestos e indisciplinados, la orden revela lo que siempre ha estado en el centro del prejuicio antitransgénero: no la protección de los demás, ni las preocupaciones por la atención médica, sino una antipatía cruda hacia las personas que se atreven a ser ellas mismas.
La lucha se extiende más allá del ámbito militar. Ayudé a mi colega Chris Erchull desafiando el Prohibición de chicas transgénero en el deporte, trabajando para garantizar que un adolescente de New Hampshire pueda seguir jugando al fútbol. Y hubo noticias alentadoras: otros equipos legales consiguieron una orden de restricción temporal que bloquea los intentos de desmantelar la oficina de USAID, preservando, por ahora, sistemas de apoyo vitales.
En estos momentos difíciles, encuentro fuerza en las palabras de Pauli Murray, que llevo en el bolsillo de mi chaqueta a cada comparecencia ante el tribunal. Su poema “A los opresores" nos recuerda el poder duradero de la resistencia.
Ahora eres fuerte
Y nosotros no somos más que uvas doloridas por la madurez.
¡Aplastadnos! ¡Exprimidnos toda la vida valiente contenida en estas pieles llenas!
Pero la nuestra es una fuerza sutil, potente con siglos de anhelo, de estar encerrados y encerrados en lugares oscuros y olvidados.
Perseveraremos Para robar tus sentidos En ese crepúsculo solitario De tu dolor invernal.
Cada uno de nosotros tiene su camino en esta lucha. El mío es la defensa legal de las personas transgénero, y me siento agradecido de que mis tres décadas de trabajo legal me hayan proporcionado algunas herramientas útiles que necesito en este momento. Pero, ya seas abogado, maestro, padre, estudiante o ciudadano, tu voz y tus acciones importan. El estado de derecho se mantiene no solo a través de las decisiones judiciales, sino a través de la voluntad colectiva del pueblo.
Los ecos de la historia nos advierten de adónde conduce el poder sin control. Justo hoy me llegó un tuit inquietante del vicepresidente JD Vance: “Si un juez intentara decirle a un general cómo llevar a cabo una operación militar, eso sería ilegal. Si un juez intentara ordenarle al fiscal general cómo usar su discreción como fiscal, eso también sería ilegal; los jueces no pueden controlar los poderes legítimos del ejecutivo”.
Para decir lo obvio, se trata de una amenaza dirigida tanto a los abogados como a los jueces encargados de defender nuestra Constitución. Estas palabras me dan un escalofrío profundo, pero también me hacen aferrarme con más fuerza a la Constitución de bolsillo que llevo conmigo, a menudo junto con una copia de los poemas de Pauli Murray. Cuando me piden que vacíe mis bolsillos en la seguridad del juzgado, estos objetos me recuerdan la longevidad de nuestro defectuoso pero duradero experimento democrático (de más de dos siglos de antigüedad) y cómo se ha mantenido firme a pesar de repetidos desafíos.
También me recuerdan a la propia Murray, que se mantuvo firme en sus principios durante toda su vida, a pesar de las presiones que podrían haberla aplastado. Aunque estuvo invisible durante décadas, su vida ahora sirve de inspiración para mí y para muchas otras personas. La historia nos enseña que la resistencia organizada funciona. Estas órdenes judiciales preliminares (escudos temporales para miembros de las fuerzas armadas, personas encarceladas y empleados federales) muestran que nuestro sistema de justicia aún puede responder a las necesidades urgentes, pero las verdaderas luchas están por venir y requerirán un compromiso sostenido.
Hay demasiado en juego como para caer en la autocomplacencia. En todos los espacios –desde los juzgados hasta los centros comunitarios, desde las juntas escolares hasta las redes sociales– podemos dar testimonio tanto de los daños que se están infligiendo como de la resiliencia de quienes los enfrentan. Desde donde estoy sentado ahora, observo cómo nuestra democracia se tensa pero resiste, sostenida por miles de pequeños actos de valentía y por el trabajo lento y constante de la justicia.