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enero 8, 2015
La comunidad LGBT y VIH-positiva sabe muy bien lo que es perder una generación. Perdimos una generación de hombres homosexuales a causa del SIDA en los años 80 y 90; Muchos de ellos fueron nuestros más feroces defensores.
Lo siguiente es un extracto de El Correo Huffington. Tres días después de Navidad Leelah Alcorn, una adolescente transgénero de Ohio, fue atropellada por un camión con remolque en la Interestatal 71 y murió en un aparente acto de suicidio, según explica en una nota que publicó en Tumblr. Leelah describió una vida que sólo podía ver empeorar, no mejorar. Sus padres la enviaron a terapia religiosa conservadora, la aislaron de sus amigos y se negaron a permitirle vivir su vida como ella misma, una niña. Con la trágica muerte de Leelah, nuestra comunidad no solo perdió a otro joven más por la epidemia de violencia –tanto física como psicológica– que ha afectado a la comunidad LGBT (especialmente a la “T”). También perdimos el potencial de una niña que parecía capaz de una gran creatividad y pasión, cuya capacidad de expresarse ha llevado a la gente a actos de amor, compasión, ira y frustración después de su muerte (como los muchos tweets poderosos a #RealLiveTransAdult). Ella podría haber sido nuestra próxima Harvey Milk. Más bien, ella es parte de otra generación de jóvenes LGBT –y especialmente de jóvenes trans– que estamos perdiendo debido a los prejuicios y la violencia.Juntos, si tenemos la tenacidad de luchar por un mundo aún más justo e inclusivo, podemos hacer que esta generación de jóvenes sea la primera en saber lo que se siente, en palabras de Leelah, ser siempre "tratado como seres humanos, con sentimientos válidos". y los derechos humanos”.La comunidad LGBT y VIH-positiva sabe muy bien lo que es perder una generación. Perdimos una generación de hombres homosexuales a causa del SIDA en los años 80 y 90; muchos de ellos fueron nuestros más feroces defensores. Antes de eso, perdimos a innumerables antepasados conocidos y desconocidos de la comunidad LGBT a causa de la tortura, los asesinatos en masa, la experimentación médica, la “terapia reparativa”, la castración química, el asesinato y el suicidio. (Cualquiera que haya visto El juego de la imitación tiene que preguntarse de qué otra manera Alan Turing podría haber transformado el mundo, además de haber ayudado a poner fin a la Segunda Guerra Mundial e inventar la computadora, si hubiera vivido una vida plena y libre de persecución). perder a tantas personas trans, especialmente mujeres trans de color, cuyos nombres leemos cada año en las vigilias del Día del Recuerdo de las Personas Transgénero. Pero lo que me resulta más difícil de afrontar son las muertes de jóvenes que nunca tuvieron la oportunidad de mostrar al mundo, ni siquiera a sí mismos, lo que podían lograr y contribuir, incluida la capacidad de amar y ser amados. Lea el resto de esta publicación en El Correo Huffington Blog. Si necesita ayuda o tiene preguntas sobre sus derechos legales, contáctenos en www.GLADAnswers.org o 800-455-GLAD.
